Aunque las cosquillas nos produzcan una cascada de risas y hasta un placer que nos recorre todo el cuerpo, la ciencia se ha encargado de demostrar que esta respuesta cerebral es producto de la activación de un mecanismo de defensa diferente al tipo de reacciones que esperaríamos en otras situaciones de diversión. Conozcamos la verdad sobre las cosquillas.
Cosquillas: un sistema defensivo
Fueron los científicos de la Universidad de Tubinga los que estudiaron las reacciones cerebralesmientras un grupo de colaboradores recibieron el estímulo, tanto de escuchar cosas graciosas como de recibir cosquillas.
Mediante escáneres de resonancia magnética, los investigadores verificaron la actividad cerebral mientras las 30 personas que colaboraron en el experimento escuchaban chistes y recibían cosquillas en los pies. Efectivamente, ambos estímulos activaron una parte del cerebro llamada cisura de Rolando, encargada de controlar los movimientos faciales, las reacciones vocales y emocionales.
Pero evidentemente, esto era bastante previsible para los científicos; lo que no lo era es que también constataron que, a diferencia de lo que ocurría en el cerebro sólo con las historias graciosas, las cosquillas produjeron la estimulación de la zona cerebral que regula la lucha y la huida.
Esto llevó a que los científicos dedujesen que si las cosquillas no causasen tanta risa, la persona que las recibe hasta podría reaccionar agresivamente, puesto que se habla de una actitud defensiva. La parte del cerebro que se activa con el cosquilleo es la que se anticipa al dolor, por lo que la reacción automática puede ser hasta torpe para evitar que prosiga.
Asimismo, los investigadores detectaron que la risa también estimulaba la zona del hipotálamo, la que controla la temperatura corporal, el hambre, el cansancio y el comportamiento sexual.
¿Por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos?
Los resultados del estudio llevaron a los científicos a concluir que las cosquillas forman parte de un mecanismo de defensa que implica la sumisión de la persona que las recibe. De hecho, creen que responden a un mecanismo primitivo emparentado con la misma evolución del hombre y el desarrollo de su autoconciencia.
Este origen de las cosquillas está muy lejos de lo que se experimenta en superficie: el estremecimiento corporal cuando sentimos estimuladas las zonas más delicadas, que en este caso, son también las más débiles, llámense cuello y estómago, entre otras.
El doctor Alan Hirsch, de la Smell & Taste Treatment and Research Foundation, afirma: “Cuando se hacen cosquillas a alguien, en realidad se estimula las fibras nerviosas amielínicas que causan dolor”.
Todo lo concluido explica la razón por la que no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos; nuestro cerebro nos anticipa de que no hay necesidad de producir una respuesta de acción, de lucha, de miedo o de huida.
¿Qué te ha parecido esta explicación científica de las cosquillas? ¿Crees que es posible morir de risa a causa de las cosquillas?
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