Fumar, morderse las uñas, no desayunar, beber Coca-Cola, acostarse tarde, sentarse encorvado… hay miles de malos hábitos que podemos llegar a generar en nuestra vida, y que son muy fáciles de comenzar y muy difíciles de dejar. ¿Por qué es difícil dejar los viejos hábitos?
¿Por qué necesitamos a los hábitos?
Los hábitos son los que nos permiten hacer todo lo que tenemos que hacer, todos los días. Nuestro inconsciente nos libera de pensar conscientemente cada pequeño paso y acción que debemos dar para completar una tarea. La mente hace memoria de estas cosas y completa las acciones automáticamente, dejando la parte consciente para cosas más inmediatas y complejas. El cerebro procesa alrededor de 400.000.000.000 bits de información por segundo, pero tú solo eres consciente de aproximadamente dos mil, ya que el inconsciente almacena los restantes.
Esto es bueno, excepto en lo que se refiere a malos hábitos, ya que funcionan bajo la misma idea explicada anteriormente. Los malos hábitos son difíciles de dejar y fáciles de reanudar
¿Por qué es difícil dejar los malos hábitos?
El comportamiento adictivo tiene como punto principal la actividad de la dopamina en el cerebro, que juega un papel fundamental en la motivación y la recompensa. Además, esta se conecta con el sistema límbico –responsable de las emociones– y el hipocampo –encargado de grabar los comportamientos gratificantes en el cerebro mediante la creación de recuerdos–. El problema se da cuando el freno al aumento de la dopamina –ubicado en los lóbulos frontales del cerebro– comienza a fallar, ya que se da un tironeo entre las ganas del cerebro de tener un comportamiento adictivo y la necesidad de frenarlo.
Los malos hábitos funcionan de forma similar, ya que los recuerdos sobre cómo actuar o pensar se han establecido en el cerebro y la recompensa se obtiene manteniendo ese hábito. Romper con el mal hábito es difícil porque el cerebro pone en marcha mecanismos de defensa para evitar el cambio de forma automática e inconsciente.
¿Cómo cambiar los hábitos?
Sin embargo, contamos con una carta escondida bajo la manga, llamada neuroplasticidad: la capacidad de nuestro cerebro de generar nuevas neuronas y conexiones neuronales. Cada vez que tenemos un nuevo pensamiento, estamos generando algo diferente en nuestro cerebro, independientemente de la edad que tengamos. Cuando generamos un nuevo hábito, la actividad neuronal es muy fuerte en algunas partes del cerebro relacionadas con los hábitos, la adicción y el aprendizaje, exactamente los ganglios basales.
Y otro punto a favor nuestro, que poco tiene de científico pero mucho de verdad, es cambiar la perspectiva de nuestros pensamientos. Pensar todo el tiempo en nuestros errores, volver a sentirnos mal por ellos y recordarlos todo el tiempo puede ser negativo para nosotros. En cambio, podemos dejar de pensar en lo que tenemos que cambiar y centrarnos en un nuevo pensamiento o hábito saludable.
Joseph Le Doux, en su libro Human emotions: A reader, describe una nueva investigación sobre el cerebro en la que se concluye que son los sentimientos los que nos hacen tomar decisiones. A veces también tomamos decisiones sin deliberación consciente entre varias opciones, y a la hora de decidir algo importante probablemente entren en juego factores legítimos como otros ilegítimos como los prejuicios, por lo que es difícil entender este comportamiento.
¿Cuánto cuesta formar un nuevo hábito? Se dice que 21 días, en base al trabajo del cirujano plástico Maxwell Matlz en 1960. Estudios recientes demuestran que esto no está tan claro, y que podrían ser 66 días consecutivos los que conviertan a una acción en algo automático e inconsciente –la investigación fue hecha por Phillippa Lally y sus colegas del College of London–.
¿Por qué crees que nos cuesta abandonar los viejos hábitos? ¿Qué mal hábito tienes y te gustaría cambiar?
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