Las islas volcánicas son verdaderas joyas para los estudios biológicos debido, entre muchas razones, a la extraordinaria diversidad de especies endémicas que suelen tener debido al aislamiento que han sufrido desde su origen.
No obstante, la colonización inicial de estas islas con seres vivos procedentes de otras tierras es un proceso del que se ha teorizado bastante pero que el hombre no ha tenido mucha oportunidad de observar en directo.
Pero existe en el mundo un sitio muy especial que constituye un laboratorio biológico de extraordinario valor para estos estudios y que es sin embargo bastante desconocido para muchos: la isla de Surtsey.
El nacimiento de Surtsey
Surtsey es una de las islas más jóvenes del planeta. Se encuentra situada a 32 kilómetros de la costa sur de Islandia y emergió del fondo del océano Atlántico el 14 de noviembre de 1963, luego de una violenta erupción volcánica submarina producida a unos 130 metros de profundidad. A partir de ese momento creció y creció hasta que en 1967 se dio por finalizada la erupción, cuando la isla había alcanzado ya un área de 2,7 km2.
Aunque en un principio se creyó que era una isla efímera que tendería a desaparecer, lo cierto es que algo más de 50 años después de su nacimiento aún está ahí y al parecer para quedarse, convirtiéndose en una joya para los estudios geológicos y, sobre todo, biológicos.
La colonización de Surtsey
Lo que hace extraordinariamente valiosa esta isla para los biólogos es la oportunidad que ofrece de observar y registrar como se produce la colonización tanto terrestre como submarina de una isla totalmente estéril, es decir, la evolución de un ecosistema desde cero. Este fenómeno es muy difícil de registrar debido a lo inusual que es que una isla volcánica emerja y se mantenga así un tiempo suficiente como para seguir el proceso, que tarda muchísimos años.
Así, los científicos pudieron comprobar que cerca de 1970 la isla comenzaba ya a ser colonizada por hongos y bacterias, así como las plantas, los primeros colonos en llegar muy probablemente a través del aire o los restos arrastrados por las corrientes marinas desde la cercana Islandia.
Posteriormente, se incrementó el número de plantas vasculares, musgos y líquenes, se establecieron las primeras colonias de gaviotas y comenzaron a proliferar los invertebrados asociados a estas colonias, por lo que se cree que muchos de ellos llegaron transportados por las aves. Debido a su capacidad de volar, las aves son los principales vertebrados que han colonizado la isla, y solo la comparten con dos especies de focas que tienen sus colonias en las erosionadas costas de Surtsey.
Importancia de Surtsey
Hoy, varias décadas después de su nacimiento, se estima que la isla de Surtsey está habitada por casi 90 especies de aves residentes o migratorias, más de 300 especies de invertebrados y varios cientos de vegetales y hongos que aún están siendo identificados. Todas estas especies están configurando el nuevo ecosistema y están permitiendo a la ciencia comprender de manera excepcional cómo está ocurriendo este proceso, lo que le ha valido a Surtsey ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2008.
Desde su origen y hasta el día de hoy, el acceso a esta isla ha sido extremadamente restringido. Solo se permite que un reducido y selecto grupo de investigadores entre en su territorio tomando medidas de precaución extremas para evitar introducir de manera involuntaria organismos que pudieran alterar el proceso natural de colonización en este extraordinario y único laboratorio natural al aire libre.
¿Sabías que hace pocos meses nació una nueva isla en Pakistán que se espera que desaparezca en unos años?
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